Las estrategias para enfocarte en positivo son fundamentales para mejorar el comportamiento de tus hijos.
“Si nuestro foco de pensamiento se dirige a lo positivo, solo cosas positivas puede suceder”.
El sistema cognitivo de las personas está preparado para que cuando centramos nuestra atención y pensamiento en algo concreto, aumentamos la percepción y abrimos la mente a ese pensamiento concreto.
Lo mismo pasa con la vida en general y los aspectos que la forman en particular.
¿Dónde ponemos el foco en nuestra vida? ¿en lo positivo o en lo negativo?
¿Y qué reacciones produce donde pongo el foco?
Por ejemplo: si quiero comprarme un coche de un modelo determinado, me doy cuenta que cuando salgo a la calle veo muchos coches del modelo que tenía pensado comprar, o por ejemplo, las mujeres embarazadas, de repente tienen la percepción de que hay muchísimas mujeres embarazadas en su entorno.
Sin ir más lejos, cuando tenemos una herida parece que los golpes siempre van ahí.
Por esto es muy importante tener en cuenta que generalmente todas las formas de enfocar una situación o de hacer las cosas, pueden resumirse en dos vertientes.
Construir, que siempre suma.
Destruir, que siempre resta.
Construyes si en un problema ves una oportunidad, si das aliento al que trabaja a tu lado para ser mejor, si valoras el trabajo ajeno, cuando hablas más de futuro que de pasado. Si tienes la capacidad de intuir dónde se encuentra el sol aunque haya nubes que lo tapan.
Sin embargo, destruyes si piensas solo en ti mismo, en tu problema, si no aportas nada positivo a nadie o si tus frases empiezan por: – yo, – necesito, – es que quiero…
Cuando siempre tienes obstáculos ante cualquier propuesta o idea, cuando estás en el ayer más que en el mañana.
Por ejemplo: cuando preguntamos en casa si los niños ya merendaron la fruta, si ya han hecho las tareas del colegio o si han recogido su habitación.
Y ellos te dicen que sí han merendado pero no han recogido su habitación ni hecho las tareas. Nosotros solemos llamarles la atención de por qué con todo el tiempo que han tenido no han recogido la habitación ni realizado las tareas. Sin embargo, no es habitual poner el foco en lo que han hecho bien, como es merendar la fruta que tenían preparada.
Otro ejemplo cotidiano es cuando ven la televisión y corregimos todo lo que hacen:
– ¡Baja los pies del sofá!
– ¡Siéntate bien!
– ¡No le pegues a tu hermano!
– ¡Otra vez con el mando de la televisión!
Lo normal es que estemos pendientes para corregir, en vez de fijarnos y elogiar cuando hacen las cosas bien, por ejemplo:
– ¡Oye, qué bien estás sentado cariño!
– ¡Me encanta cuando tratas muy bien a tu hermana!
– ¡Ay qué suerte tengo de que mi hijo sea tan mayor!
– Me encanta que compartas el mando de la tele
Si consiguiéramos diariamente poner el foco en lo positivo, cambiaría tu visión y cambiaría tu realidad. Sé que lleva un entrenamiento diario, pero el resultado que se consigue es maravilloso.
Un error que a menudo cometemos es que caemos en utilizar generalizaciones, estas son palabras que utilizamos normalmente y nos limitan… ¡es que siempre es lo mismo! ¡ es que nunca hace las cosas bien!
Realmente no siempre es lo mismo y hay muchas veces que hacen las cosas bien, por lo que si ponemos el foco de atención en ello y les reforzamos positivamente el comportamiento, lo repetirán más a menudo, en vez de poner el foco en lo negativo constantemente. Esto sería construir, el enfoque positivo.
Estrategias para cambiar el foco de atención y mejorar el comportamiento de tus hijos:
1. Detectar los pensamientos negativos. Sabiendo que biológicamente nuestro cerebro está preparado para la supervivencia y para fijarse en lo negativo, tenemos que hacer un trabajo consciente con los pensamientos que nos vienen a la mente.
Me parece ideal que tengas a mano un cuaderno donde puedas ir dibujando palitos cada vez que te das cuenta que has puesto el foco de atención en lo negativo o quizá sea más sencillo apuntarlo en las notas de tu teléfono móvil. Al final del día es interesante ver la cantidad de palitos que tenemos, principalmente para corroborar que nos enfocamos mucho en lo negativo y queremos ponerle solución.
2. Dale la vuelta a los pensamientos negativos. Una vez que los hemos detectado, tenemos que darles una vuelta y buscar la alternativa positiva que tiene cada circunstancia, por pequeña que sea. Los primeros días nos costará un poco, pero después siempre verás oportunidades donde otros ven crisis.
3. Enfócate en buscar soluciones. Cuando tu mente de manera automática, te traiga cosas negativas, haz lo que harías si fuera Facebook, no entres en el artículo, mira el título, pero no hay que interactuar con él… sigue buscando artículos de soluciones… poco a poco tu mente te mostrará más de aquello que te interesa .
4. Saber elegir dónde vas a enfocar tu atención. Esto es fundamental para cambiar tu estado emocional y mental.
Tienes que pensar en qué es lo que quieres y no qué es lo que no quieres, y poner tu atención en la solución, no en el problema.
Si, por ejemplo, quieres evitar el estrés, tendrás que enfocarte en tranquilidad, porque si te centras en eliminar el estrés, te aparecerán por todas partes cosas relacionadas con el estrés, noticias, artículos, cosas que reforzarán tu estado actual y creerás que todo en el mundo es así, cuando no lo es.
Vamos a ver un caso práctico paso a paso:
En casa me siento mal porque tengo mucho estrés ya que tengo que trabajar con el ordenador, limpiar, hacer la comida, preparar los materiales de los niños, ayudarles con las tareas escolares…
Constantemente estoy enfadada y gritando a mis hijos porque parece que no escuchan y hay que repetirle mil veces las cosas.
Mi sensación es de impotencia y de que necesito alguien que me ayude porque no soporto esta situación. (Foco de pensamiento en lo negativo).
1. Detectar los pensamientos negativos. Para detectar la cantidad de pensamientos negativos que tengo al día cojo un cuaderno pequeñito y un lápiz. Los tengo a mano para estar atento durante todo el día y simplemente poner un palito cada vez que pienso algo negativo.
Al principio no me daré cuenta de todas las veces, por lo que es interesante que haya otra persona que te ayude y los detecte contigo. Una vez llegada la noche, cuento los palitos y me doy cuenta que quiero reducirlos porque llego sin energía, con nervios, con estrés y quiero cambiar esta situación.
2. Dale la vuelta a los pensamientos negativos. Ahora tenemos que “mirar desde otro punto de vista” y buscar la alternativa positiva.
- Está genial trabajar desde casa porque no tengo que perder tiempo en la carretera ni buscando aparcamiento
- Voy a poner mi música favorita mientras limpio y hago de comer, que hace mucho tiempo que no salgo a bailar
- Me encanta pasar tiempo con mis hijos y cuando sean mayores me recordarás como la súper mamá/papá porque les ayudaba con sus tareas
- He pasado tiempo de calidad con mis niños hoy y lo que no me dio tiempo de terminar, mañana será otro día.
3. Enfócate en buscar soluciones.
- Hoy no busco aparcamiento en el trabajo ¡bien!
- ¡Ole! voy a bailar un ratito mientras cocino ¡me encanta!
- Siempre he querido pasar más tiempo con mis hijos y este es el momento
- Nadie me pide que tenga que tener la casa impecable, lo que hoy no puedo hacer lo haré poco a poco en estos días
4. Saber elegir dónde vas a enfocar tu atención. Para cambiar tu estado emocional y mental, tienes que pensar en qué es lo que quieres y no qué es lo que no quieres, y poner tu atención en la solución, no en el problema.
- Quiero pasar tiempo de calidad con mis hijos
- Me encantaría disfrutar de las tareas de la casa
- Mi objetivo es trabajar en casa sin estrés
Si diariamente consigo hacer estos pasos, mi visión cambiará totalmente mi realidad. Es cierto que los primeros días tengo que hacer cada paso de forma consciente para asimilarlos, pero hay que entrenar el cerebro como se entrena en un gimnasio diariamente.
Hace años solo entrenaban en los gimnasios los deportistas que se dedicaban al culturismo y solo salían a correr los atletas profesionales.
Sin embargo, nos dimos cuenta de las ventajas que el deporte aportaba a nuestra vida diaria y a nuestra salud, por lo que comenzaron a abrir muchísimos gimnasios y hoy en día la gran mayoría de las personas realizan deporte casi a diario.
Lo mismo sería interesante que ocurriera con los beneficios de “pensar mejor”, ya que si tuviéramos estrategias para entrenar nuestra mente y la forma en la que pensamos, mejoraría nuestra calidad de vida de forma exponencial.
¿Qué te parece la idea de abrir un gimnasio para entrenar nuestra mente de forma saludable?